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En primera persona

Son Gotleu, negros y gitanos

Trabajo bastante cerca del barrio que está siendo noticia esta semana por los encuentros violentos entre nigerianos y gitanos. Era de esperar que sucediese algo así... Hace años ya parecía un pedazo de África incrustada en suelo español. Los gitanos fueron comiéndoles territorio a las familias trabajadoras que vivían allí y, ahora, han sido los negritos los que se expanden.

A decir verdad, pasear por los barrios colindantes es una experiencia multicultural que no tiene desperdicio: negros, sudamericanos, árabes, hindues, chinos... Ver pasar a un español es casi un milagro. Y la oferta cultural es una delicia: puticlubs, salones recreativos, tráfico de drogas, etcétera.

¿Qué consecuencias trae? Las que todos sabemos; por poner un ejemplo, en menos de 24 horas me encuentro el siguiente panorama:

  • Me intentan robar un par de sudamericanos en la puerta de mi trabajo.
  • A 50 metros, un moro rompe una botella de cristal y se la clava a otro en el abdomen.
  • Durante la noche, algún amable personaje se ha entretenido en reventar los cristales de los coches que estaban aparcados en esa calle. Milagrosamente, el mío se ha librado...

Me gustaría que alguien me explicase el motivo por el cual tenemos que convivir con estos seres que atentan contra la seguridad ciudadana. Si no les gusta la selva de la que vienen que no vengan a jodernos a nosotros.

Antes de marcharme hacia casa, me paro a hacer unas compras en un pequeño comercio. El dueño, españolista y racista confeso, se abre camino entre el resto de clientes y se acerca a mí para preguntarme lo que opino al respecto mientras me sujeta del brazo y señala una banderita de España que suelo llevar al tiempo que me intenta hacer cómplice de algo guiñándome un ojo. Un silencio sepulcral invade la tienda y tengo clavadas todas las miradas; de forma automática y visceral me limito a contestar "Que sigan. Sí, que se m*** entre ellos". Corre una avalancha de comentarios racistas, especulaciones y vítores varios.

Más contenta que unas castañuelas me marcho pensando que quizás sí despertemos antes de que sea demasiado tarde.

 

¡Despierta!

1 comentario

Anónimo -

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